Ayeren horas de la tarde conocimos la noticia que nos sorprendió a quienes lo conocimos y fuimos sus amigos: el fallecimiento del Dr, Roberto De Vries, a causa de un ACV, en Caracas.
De Roberto es tanto lo que podemos decir. Un amigo cercano; en alguna oportunidad fue nuestro psiquiatra, consejero; y sobre todo, quien siempre nos dio el ánimo en la adversidad para avanzar; para progresar y no estancarnos.
Hombre estudioso como ninguno; creador de metodologías de trabajo; excelente comunicador y sobre todo, pensador y escritor. Su ejemplo de trabajo desde hace mucho tiempo nos impregnó y estimuló para seguirlo, con creatividad y sobre todo, con la confianza en uno mismo.
A Roberto lo conocimos por primera vez en la Comisión Permanente de Política Interior del extinto Congreso de la República, cuando fuimos convocados a debatir nuestro proyecto de Ley de Peligrosidad Social, el cual redactamos junto al Dr. Juan Manuel Mayorca, criminólogo venezolano. Roberto había sido también convocado para evaluar la Ley desde su óptica. Por cierto, la discusión en esa oportunidad no pasó del artículo 1. Pues bien, eso ocurrió por allá por 1995. Hace 22 años. Desde esa fecha conocimos Roberto en varias aristas y leímos sus libros y escritos.
La verdad, es que aún no salimos de la amarga sorpresa de su pronta partida. Quizás nuestro amigo estaría agitado de tanto sufrimiento de todo tipo del venezolano en estos tiempos del comunismo rampante y sin frenos.
Nos queda de Roberto De Vries, sus enseñanzas desde el Centro de Estudios del Poder y otros organismos a los que perteneció; las recomendaciones que como médico nos dio en momentos de dificultades; sus libros; sus escritos; sus editoriales en su página web; en fin, nos queda la emoción de haber conocido a un venezolano valioso; alguien útil a su país que tanto quiso y que tanto le dio.
A Rebeca De Vries, nuestra colega abogada; amiga (aunque no nos veamos con frecuencia) y a sus familiares y amigos, les damos nuestras mpas sinceras palabras de condolencias; nuestro pésame y los acompañamos en la tristeza que nos embarga. La oración y sobre todo, gracias al propio conocimiento que nos dejó Roberto, superaremos este triste momento que convertiremos en estímulo para seguir adelante con el vivo ejemplo de su vida y de sus consejos para bien; para ser mejores personas.
Roberto, ¡Adios! abrazamos al cielo para sentirte; te recordaremos siempre y gracias a Dios que nos permitió conocerte!
Afectísimo siempre, tu amigo,
RAFAEL ÁNGEL VISO INGENUO
Caracas, 06 de enero de 2017