Aunque este tema lo hemos tratado constantemente en nuestras conferencias, ciertamente es la primera vez que lo tratamos en nuestro blog de una forma directa y trataremos de esquematizar las principales ideas, dentro de muchas que pueden sistematizar su tratamiento. Así, presentamos algunas reflexiones que seguramente los invitarán a escribir otras sobre las realidades y dinámicas de vida que cada quien vive en sus condominios, dentro y fuera de Venezuela. Presentamos entonces las siguientes reflexiones:
I- El condominio deshumanizado de hoy día:
Cuando hablamos de humanizar la vida dentro del condominio nos estamos refiriendo esencialmente a elevarla a los más altos niveles donde sean reconocidos y respetados todos los valores que hacen al ser humano uno capaz de divorciarse de cualquier acto o conducta de barbarie, propio de los seres animales irracionales y que tanto atentan contra la convivencia pacífica de la vida en comunidad. Darle civilización, civismo, moral, ética, compromiso, responsabilidad, amor a la vida del ser humano en sociedad, es exaltarlo y colocarlo en el sitial donde debe estar y para lo cual fue creado.
El ser humano no se hizo para autodestruirse; para aniquilzarse así mismo, aunque todos los días veamos ejemplos de tales intentos, también vemos la lucha sin cuartel de los valores del bien, que está en su código genético, su ADN, por combatir la maldad con los valores humanos. Podríamos decir que es la única especie sobre este planeta que tiene la capacidad de transformar la maldad con la carga positiva de los valores axiológicos de sus conductas. Y esa transformación es capaz de realizarla de un segundo a otro; a través de un proceso de reflexión y de convicción que puede darse sí recibe el estímulo poderoso correcto que inhibe cualquier acto de maldad, de barbarismo.
Y así la historia de las guerras nos invitan a la reflexión: son los más estruendosos fracasos de la sin razón que siempre terminan en una mesa poniendo los argumentos de la razón a través del diálogo para restablecer el orden; la paz, y la posibilidad de continuar viviendo todos en un mismo planeta en armonía. Las guerras son las más crueles y tenebrosas maestras que el ser humano ha creado como herramienta o método para recordarse que antes de ir a ella para resolver un conflicto, hay que apelar y tomar el ejemplo de cómo terminan; es como mirar el acto final de una película; aprender del último episodio de la guerra como la vacuna para evitarlas; en síntesis: para más nunca perder la paz; para romper el ciclo de la violencia; para elevar al ser humano por sobre sus propias miserias y deslastrarse definitivamente de ellas.
La conclusión de una guerra o de un conflicto entre seres humanos (en sus distintas escalas o dimensiones) siempre terminan con tratados o acuerdos para recomponer la convivencia. El ser humano por ahora, está condenado a vivir en su única nace espacial y tiene deberes para con ella y con todos quienes somos sus tripulantes. De manera pues, que no hay otra: la vida depende de los acuerdos que seamos capaces de generar para lograrla y llevarla en armonía.
Y sucede lo mismo en el condominio: la mejor forma de lograr la convivencia entre un grupo de personas es difundir un mismo código mínimo de convivencia (documento de condominio y sus reglamento) y las leyes de la república, para que todos las cumplan obligatoriamente, lo que se traduce en un acto de educación. Ese proceso educativo busca un resultado inmediato y directo: el que todos aprendan y conscienticen que la paz y la armonía y buen vivir depende EXCLUSIVAMENTE del total respeto que tengamos por las normas que rigen dentro del condominio y de la seguridad que ellas brindan que cuando un miembro de la comunidad no las cumple, sufrirá las consecuencias inmediatas que siempre deberán ser más costosas social y económicamente que el cumplimiento de la norma.
Hoy en Venezuela (particularmente afectada por una ruda y cruel situación económica producto del modelo comunista que se le ha impuesto con la militarización excesiva del ejercicio de la función pública) y en otros países también, vemos que la gente piensa y tiene la creencia que vivir en condominio es por naturaleza conflictivo. En Venezuela es denominado el condominio como “condemonios” y eso no es que en buena parte no sea cierto. Los conflictos entre los copropietarios han escalado por cuanto, al menos en Venezuela, el ciudadano aprecia como verdad que no sufre sanción por cumplir las normas (alta impunidad social) y lo peor, porque no se está haciendo el principal trabajo que es insistir en el diario y sistemático proceso educativo de difusión de las normas reguladoras de la vida social del condominio.
II- ¡Por qué se deshumaniza el condominio y sus principales actores?
En este punto tenemos que hablar sobre la deshumanización de todo un “sistema” donde hay varios actores: desde los copropietarios, pasando por aquellos que integran las Juntas de Condominios, bien sean estas que ejerzan las funcionen como entes administradores; las personas naturales o jurídicas que ejercen el rol de administradores de los condominios, legalmente designados por las asambleas de propietarios; los proveedores de bienes y servicios del condominio; el personal que trabaja en ellos, bien sean dependientes patronalmente de las Juntas de Condominios; o bien aquellos que indirectamente le sirven por intermedio de empresas contratistas; en fin, en un condominio, o más exactamente y bien dicho, donde esté el ser humano hay riesgo de desviación de sus conductas y que pongan en juego y no se alcancen los objetivos sociales, corporativos o de las entidades en las que actúan.
Pero en todos estos casos hay un denominador común que genera y causa las DESHUMANIZACIÓN en los condominios: y es el “FACTOR EDUCACIÓN”, que en su caso comienza con el conocimiento, estudio, concienciación de las normas del documento de condominio; de su reglamento y de los acuerdos de los propietarios tomados en asamblea legalmente establecida; y sin olvidar el cúmulo de reglamentos que legalmente puede desarrollar las Juntas de Condominios (al menos en Venezuela, según lo establecido en el artículo 18, literal “d” de su vigente Ley de Propiedad Horizontal).
III- La consecuencia inmediata de la falta de la ausencia del “FACTOR EDUCATIVO” en el condominio:
Sin duda y de acuerdo a nuestra experiencia profesional, esta consecuencia inmediata por la ausencia de educación de todos los actores dentro del sistema condominial no es otra que la “APATÍA“; vale decir, la conducta consciente o insconsciente que toma el propietario para abstenerse de participar en los procesos de conducción y de toma de decisiones en el condominio. Y este es el “GERMEN DE LA RUINA”. Toda ruina física (de los bienes comunes) y moral de los copropietarios tiene su inicio en la apatía; de allí que la identificamos como la principal causa de desvalorización económica de las propiedades particulares o del valor inmobiliario condominial.
La apatía no es exclusiva de los copropietarios en su relación con el condominio. también la hemos observado por parte de los administradores quienes realmente no cumplen con todas las obligaciones que les impone la Ley de Propiedad Horizontal (art. 20, ley venezolana) ni las obligaciones generales como mandatario. Mas aún, vemos a proveedores de bienes y servicios que tampoco cumplen con sus obligaciones y se limitan a actividades mínimas que le garantizan el flujo de dinero por el pago que reciben. La mayoría de los proveedores no tienen contratos de servicios que regulan las prestación o venta de bienes y servicios a los condominios, y esta es su principal apatía.
Así se va conformando un círculo vicioso que alimenta la apatía; lo constituye como un sistema que se incruta dentro del gran sistema del condominio y lo ataca como un cáncer que lo arruina económicamente.
IV- ¿Cómo luchar contra la apatía?
Como al principio dijimos que el ser humano es el único ser racional del planeta; el cual tiene la característica de cambiar sus conductas, unas por otras de un segundo a otro, entonces ello será posible lograrlo también en el condominio a través de un “CANAL DE COMUNICACIÓN”, que es por el cual va a transitar todo el “PROCESO O FACTOR DE COMUNICACIÓN” al cual antes nos referimos, que terminará por incidir en la conducta consciente o inconsciente de todos los actores del condominio. Cuando usted tiene a una Junta que comunica; que rinde cuentas de todas sus operaciones; que actúa bajo principios de transparencia y de integridad moral y profesional; al mismo tiempo que vela por el cumplimiento de todas las obligaciones de los proveedores de bienes y servicios y del personal que labora en el edificio; que le exige a la persona natural o jurídica que administra el el inmueble el fiel cumplimiento de todo el cuerpo legal que afecta o rige para el condominio, entonces usted verá que los copropietarios cambian de actitud; que valoran los resultados positivos de la gestión; que están dispuestos a mantener, a garantizar y a luchar por mantener el buen nivel de vida que se logra efectivamente con el “FACTOR DE EDUCACIÓN”; entonces se dan pèrfecta cuenta que participarán de forma agradada en la toma de decisiones y en la administración del inmueble.
De esta forma, se desmorona el principal mito del condominio: que es un condemonio y que por su naturaleza, es conflictiva.
Hemos demostrado que no lo es; y que todo es cuestión de actitud y aptitud de las personas que se relacionan con él; y del cumplimiento de la ley.
Esperamos haber motivado con estas líneas a nuestros seguidores y lectores para que difundan esta posición y puedan transformar positivamente los escenarios que consideran dramáticos o negativos dentro de sus condominios.
Estamos a sus gratas órdenes para atender sus comentarios.
Atentamente;
RAFAEL ÁNGEL VISO INGENUO
Inpreabogado: 40.236